lunes, 27 de agosto de 2007

Abrió la puerta y esperó. Del otro lado había sombras, incrustradas en las paredes de almidón. Las manos cubrieron su cintura, su rostro se llenó de pinturas acomodadas suavemente sobre sus párpados. Brillaba el metal líquido sobre su espalda, no miraba hacia atrás. Un chillido crujiente sonó a sus oídos, las clavijas cantaban el cierre desesperado de una apertura prohibida.
Sonaron las sombras escurridizas que besaban eróticamente la manija demoníaca. En la oscuridad terrenal de la madera que edificaba la puerta se podían ver los rastros de los gritos que habían pasado el verano en ella. Tenía 17 historias grabadas en las betas guías del corte profundo que las haría muebles. A traves de los vidrios se veía la inmensidad del llanto, los arañazos que cubrían el suelo, abolladuras que carcomian la mesa. La corteza marcaba el camino hacia la natural libertad de la locura. Una vez abierta, el viento entra y llena el aire. Así que abrió la puerta y esperó. Esperó a que su habitación se inundara del oxígeno delicado que traen los huracanes una vez que mueren en el olvido.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

siempre dije que eras muy buena escritora y este blog lo rectifica.

tanta poecia en tu cuerpo que se denota en tus ojos, tus manos.

te quiero mucho.

Quijote dijo...

Lentamente dejó que la estroboscópica incandescencia de los astros interfirieran en sus conexiones neuronales. La imagen ya estaba tatuada en el aluro de plata y ella no sabia que la espectroscopía de sus movimientos era retenida en el tiempo, negándose a morir. Alza los hombros e infla el abdomen hasta el infinito, ya no teme al declive, pues su cuerpo es un refugio de soles.
"Llamad al advenimiento de nuestros miembros y la necropsis de las letras sera una realidad"

Anónimo dijo...

te amo tanto, entre telas, en las sombras, a la luz del día.
te amo y nada lo cambia, ni millones de jinetes cabalgando a mi encuentro desierto, ni las lagrimas insurrectas, ni el tacto insensible. nada cambia cuanto te amo.